El amor sabe raro.
Sabe a menta por la mañana,
a ropa tendida en la tarde,
a frío en la noche.
Sabe como cuando el sol se pone:
no es frío ni caliente.
El amor sabe a amargo ...
supo dulce en algún momento,
aunque ya no recuerdo.
Sabe a restos de ayer en la nevera.
Me sabe lejos, me sabía cerca.
Sabe a puñal en estocada,
como el hierro inclemente de la nieve.
Sabe a sangre en esa misma nieve,
que se mete por los huecos sordos de mi casa,
penetra las paredes y las mancha,
las tinta de recuerdos.
Sabe a nada.
1 comentario:
No, sí sabe. Sabe, simplemente, pero sabe. Sabe en tí, sabe en mí, sabe en nosotros.
Maquits
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