miércoles, 14 de enero de 2009

Doble jornada laboral


Son las 10:30 PM y acaba de acostar a los niños. Como suele hacer, los ha besado en la frente y los ha arropado con una delgada sábana de algodón. Es invierno y hace bastante frío en la precordillera. En el campamento donde vive Bernarda no existen las Toyotomi. Con suerte tienen una estufa a gas más antigua que las patas de gallo que bordean sus ojos. Su casa son cuatro palos de madera pegados con cola blanca y unos cuantos tornillos y clavos, oxidados. La lluvia no perdona. Tampoco los vendavales que arrasan con los retazos de tela que intentan simular las ventanas. El suelo ni siquiera es de concreto. Es tierra que empolva narices, presente, recuerdos. Está humeda, la estación del año ha acondicionado el hogar para hacer la vida cada día más difícil. Es lugar de perros vagabundos, gatos infectados, hormigas y quién sabe qué otro bicho que corre por ahí.
Bernarda lleva todo el día trabajando. Hace alfajores y los vende en los semáforos de la ciudad. Son alfajores caseros. Es cuidadosa con la confección: pulcra, higiénica, aunque viva en medio de un basural. Se hace el tiempo para comprar los materiales, hacer los alfajores, salir a venderlos además de llevar los hijos al colegio, ayudarlos con sus tareas y educarlos. Es madre y padre a tiempo completo desde que Hernán se fue de la casa. Acaba de finalizar su primer trabajo y se prepara para seguir manteniendo a la familia.
El clóset de Bernarda parece esquizofrénico: ropa de señora por un lado y lentejuelas por otro. Urga entre las minifaldas y las poleras de gasa para vestirse adecuadamente. Su segunda jornada laboral parte a media noche, cuando todos los gatos son pardos. A Bernarda nunca le ha gustado llevar tacón, pero todo sea por sus hijos. Mini ajustada, polera apretada con escote profundo, medias de rejilla, pañuelo de plumas rojas y zapatos de aguja. Se maquilla los ojos con un difuminado negro que le enseñaron a hacer un par de colegas de trabajo. No le gusta verse como payaso. Evita los colores fuertes y siempre utiliza colores neutros. Nada de extravagancias.
El aire está congelado y si tiene suerte, alguien la cobijará en un lugar caliente y agradable. Además, va a pagar ...