sábado, 29 de septiembre de 2007

Suicidio en gris




Hoy todo Santiago parece haberse puesto de acuerdo. Las calles son grises, las paredes de los edificios huelen a hollín y las caras de las gentes transitan lánguidas. Incluso el aire está gris, aunque bueno, eso no es ninguna novedad. Frente al museo de Bellas Artes, hay una bella estatua, gris por supuesto, de dos figuras entrelazadas y en su pedestal se cita: “Unidos en la gloria y en la muerte”. Parece un verso de Bécquer. Romántico.
Aunque más romántica es aún la historia de ese hombre sentado en la escalinata, delante del museo. ¿Lo ves? Las canas ya le han pasado la cuenta. Su cuerpo está desgastado, aunque conserva un espíritu joven. Tiene un corazón romántico, con un cuádruple by-pass incorporado. Es una pasa de la cabeza a los pies, arrugado por todas partes. En su tiempo debió ser un Donjuán, aún conserva rasgos finos: su nariz aria, perfectamente simétrica y fina; sus ojos, de un color aguamarina penetrantes y con un brillo especial; las facciones marcadas, mandíbula potente, pómulos notables y barbilla prominente.
Destella un aura de misterio, igual que su ropa. Parece haberle robado la gabardina beige que lleva puesta a un personaje de Sir Conan Doyle. Sólo le falta la pipa para ser protagonista de una novela policíaca. Los pantalones, grises, igual que el ánimo, igual que los restos del cigarro, igual que Santiago entero. Los zapatos, a pesar de tener 10 años, lucen como si se los hubiese puesto por primera vez. Con una mano apaga el pitillo, en la otra sostiene un café tradicional: espeso, amargo, de esos que el abuelo solía tomar para leer el periódico los domingos en la mañana. Parece que los gustos de las personas se van homogeneizando con el pasar de los años. Y eso era lo que precisamente él no quería: envejecer, y menos sin ella.
¡Si las escaleras del Bellas Artes pudiesen hablar! Hace 50 años, donde ahora se está muriendo un cuerpo envejecido y desgastado, ese cuerpo, con un corazón enamorado y una mujer, se juraron amor eterno. Ahora, medio siglo después, el museo se ha convertido en el muro de las lamentaciones. Gris. Incluso la plaza de juegos construida en pleno parque forestal parece haber perdido su color.
– Nada vale la pena, la vida, si no es por ella. – piensa.
Y tal como Larra hizo en su época más gris, el hombre, vestido en sus mejores galas (una gabardina, unos pantalones grises y unos zapatos relucientes), saca una pistola en pleno centro de Santiago y como todo un caballero, se despide de las personas que más cerca están de él.


¡BANG!


Las palomas del parque vuelan asustadas, grises. Todo permanece en el color: los adoquines, los semáforos, las caras lánguidas, las escaleras del Bellas Artes; y entremedio de toda esa masa gris, la sangre roja tiñe de dolor el ambiente.
Hoy no tan sólo se ha matado un anciano en pleno centro de Santiago. Hoy han muerto dos corazones: uno, el del hombre que esperaba en el museo volver a ver sus labios; el otro, el de ella, que guardaba en él, reposado.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Mare Nostrum


Hoy es un nuevo día para escribir. Quizás te he pensado demasiado ... quizás añoro tu ronroneo bajo mis pies, suave en las plantas y cosquilloso en los tobillos. Eres nuestra, para siempre. Y es que no me canso de escribirte. No sé que conjuro has hechizado que me tienes calada hasta los huesos, en la humedad de tus noches y de tus días. ¡Qué envidia leerte en Neruda el sabor de esa mujer que te acompaña y te acaricia en la mañana!¡Qué envidia escucharte en las bocas de los que te han visto, de los que te visitan con frecuencia, de los que te viven a diario!
Quién fuera brisa para recorrerte desde la boca hasta los pies esa fisonomía portentosa y relajante. Quien tuviese tu temperatura, eternamente veraniega, que se impregna en las pieles de italianos, franceses, griegos, eslavos ... en la piel de mis amores ... Y es que eres elixir de vida nueva. Me provocas pasearte en la mañana con las suelas de mis zapatos en tus faldas arenosas y en la noche ahogarme en tus recuerdos, tus vivencias, en todas las botellas náufragas que ves pasar de un lado a otro, taciturnas, esperando a ser recogidas algún dia de éstos.

¡Beberte la luz de luna! y de las estrellas, navegar por tu manto de misterio que guarda tantos navíos extraviados por tu rabia y tu capricho. ¡Si, mujer! tu capricho desmedido ... ése que se guarda para la luna de miel. Lujurioso y hambriento.

Déjame que te cante en boca de uno de tus hijos ... déjame decirte que es porque quizás mi niñez sigue jugando en tu playa y que junto a tí duerme mi primer amor, que por eso llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya. Decirte que se me agitan las entrañas cada vez que imagino tu agua en mi espalda, que se escurre como la espuma del jabón, como la espuma que se amontona en la orilla de tu cuerpo para encallar en tus puertos los secretos que guardas.
Subes y bajas con una arbitrariedad despampanante ... consentida y mimada por las millones de pipas que te fuman en la madrugada y los litros de cerveza que te embriagan por las noches. Pero eres tú la que acabas embriagando con ese olor a suero y sueño, con perfumes de sal y algas. Como dice Serrat ... eres como una mujer perfumadita de brea, que se añora y se quiere, que se conoce y se teme ... ¡ay! Y sí, en la ladera del monte, más alto que el horizonte quiero tener buena vista. Querré que me entierren en las profundidades de tus entrañas y mis entrañas en tu corazón ... y mi corazón, eterno en tu playa. Entiérrame ...

¡MEDITERRÁNEA!

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Síndrome de Estocolmo



Def.: El síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía.

Así se define en Wikipedia lo que es el síndrome de Estocolmo, que es la reacción inversa que tienen algunos de los secuestrados al salir en libertad tras haber tenido una relación directa con sus secuestradores. La mayoría de estos casos suele ocurrir porque los secuestrados ven la parte humana y débil del secuestrador y justifican sus hechos dando explicaciones a lo que hicieron, aunque sea un acto éticamente malo (no vamos a meternos en materias morales):

"Uno de los casos más famosos y actuales del síndrome de Estocolmo es el de Natascha Kampusch, una joven austriaca que fue raptada en marzo de 1998 a la edad de 10 años por Wolfgang Priklopil, un electrotécnico de 44 años. Durante 8 años estuvo retenida en el sótano de la casa de Wolfgang, a las afueras de Viena, y finalmente logró escapar por un descuido de su raptor en agosto de 2006, a la edad de 18 años. Cuando Wolfgang se enteró de que Natascha había escapado, se suicidó arrojándose a las vías al paso de un tren. Natascha fue educada por su secuestrador, quien la llevó alguna vez a hacer las compras al supermercado y hasta de vacaciones. Por todo ello Natasha sufre un grave Síndrome de Estocolmo, ya que cuando se enteró de que su captor se había suicidado se echó a llorar. Además, admitió que llegaron a tener relaciones sexuales consentidas, y declaró lo siguiente: 'No tengo la impresión de que me hayan robado la juventud'."

La víctima, acaba justificando los actos de los agresores y salvándolos incluso de sus penas de cárcel. Se acaba haciendo responsable de las consecuencias de lo que ha supuesto que lo secuestraran. Sangre ... Sudor ... Muerte ...





¿Te suena?

jueves, 6 de septiembre de 2007

Oh! Sole mio ...


Ciao. Así se despide Luciano Pavarotti, hito de nuestra infancia, ese señor que cantaba fuerte y que tenía la habilidad de ponernos los pelos de punta cuando abría la boca. Sí señor ...

¿Y tan rápido? Algún día volveremos, con la frente marchita y nos daremos cuenta de que 20 años no son nada. Y nos veremos envueltos en la maldita ... Crisis de los Cuarenta. Veremos en pañales (y no de bebé precisamente) a la seductora Sharon Stone, observaremos como pasa a una guapísima Nicole Kidman y sufriremos en duelo la muerte de Brad Pitt. Y es que la crisis de los 40 no pasará por ver que nuestros futuros hijos volarán de nuestras manos cual palomas en libertad ... no. Nos veremos rodeados de nuevas generaciones, capaces de hacer cosas que nosotros ni imaginamos en nuestra juventud y nos avasallarán con más y mejor tecnología, más y mejores conocimientos. Nos sentiremos como aquello que alguna vez sirvió y que entonces deberá mantenerse en su pedestal construido a base de mucho esfuerzo, porque en caso de caer de ese pequeño montículo de gloria, nos veremos sumidos en el fracaso, así de rápido, así de sencillo. Todo lo que conocimos algún día quedará en los papeles y en las bibliotecas, en las mentes de los adultos mayores y no tan mayores. Nos convertiremos en lo que son hoy día los peinados de los ochenta: en un retro ... y en un reto.

Carpe Diem ... y en el sentido estricto de la palabra. Aprovecha ahora ... ahora es lo que tienes, mañana es una utopía, ayer ya no existe. No vivas tu vida con los tiempos mal conjugados ... vive hoy, y mañana ... mañana será otro día. Y ahora es tiempo de decir Ciao Luciano!


"Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua."

Jorge Luis Borges