martes, 2 de junio de 2009

La prometida

Soy dama fría y caliente. Vivo de noche y sueño de día. Me baño en tus horas de descanso. Descanso en tus horas de fatiga. Salgo a tu paso quijotesco. Beso tus palabras corrompidas. Falda larga, falda corta ... da lo mismo, no hay falda. No hay abrigo, no hay luz. No hay comida. No hay oro que satisfaga, ni rosa no marchita. No hay pie vestido, no hay serena partida. Camino en el lodo de tu vergüenza, tierra donde no eres bienvenido, a no ser que tengas papel que me ciegue el cariño. No bebo de tu mano, menos de tu vientre ... menos de tu boca que clama el olvido. Date por honrado, ¡hoy he sido tuya! Púdrase mañana lo femenino y con ello mis vestidos, mi ropa, todo lo conocido. Vuelva a mi guarida donde entrar te está prohibido, hasta que pagues, una y otra vez tu pecado cometido. Compra tu cielo en la tierra y paga en la eternidad tu infierno. Mira que soy de cobre y no de oro; soy estaño no de plata, soy la barata, la vagabunda, la patiperra, la temida. No te engañes, que por Dios ... la más querida.

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