Margarita tiene tres piedras: una de color rojo, otra de color amarillo y otra verde. Se pasea en las mañanas, sola, por el lodo. A veces se hunde, otras veces sale del barro, gloriosa. La hacen correr. Es rubia y de ojos azules. Sus rizos parecen extensiones del sol; tan ardientes. Mendiga sonrisas, pero es tiempo de vacas flacas y no se regalan ni se venden. No se abren ni las bocas: ni pan ni palabra. En el silencio Margarita abre la boca y se bebe el agua que cae del cielo. Es el milagro de cada día. En medio del gris, brillan el rojo, el amarillo y el verde.
Margarita tenía tres piedras: una de color rojo, otra de color amarillo y otra verde. El gris acaece en el campo rejado y pintado de rayas verticales. Los restos de Margarita vuelan en forma de cenizas, sobre el cielo que dejaba caer el agua que ella bebía. Ya no hay boca que abra, no vaya a ser que entren las moscas.
1 comentario:
Siempre en tus posts encuentro algo especial. Hoy fue ésto:
" Mendiga sonrisas, pero es tiempo de vacas flacas y no se regalan ni se venden." todo un logro.
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