Después de tu Victoria nada importa,
contigo basta.
Qué cosas pueden tener relevancia.
Lo has hecho todo nuevo,
cada gesto, cada palabra,
cada rostro que amanece en mi ventana.
Hasta lo mismo sabe distinto.
Ya los colores no son lo que eran, ahora traspasan.
Y traspasan las sombras, las luces, todas las palabras.
Me derrite el frío, me quema tu calma.
Me ahoga en un sufrimiento profundo tu llaga.
Me llena de luz tu agonía, me cansa la distancia.
Toco madera, un madero, ¡qué suerte la mía!,
tu sangre empapa la estancia.
Nunca tan glorioso como en la Cruz te he visto,
nunca tan lleno de gracia.
Mañana, Esperanza.
Has muerto para seguir viviendo.
Vivimos porque has muerto.
Mueres cada vez que vivimos,
vives cada vez que me muero.
Sufro en tí, Vida eterna, vivo si en tí muero.
Viva mi dulce agonía,
muera mi rostro pequeño.
Mata mi culpa,
alenta en tí mi dejo.
Arranca de cuajo mi vida, que Vida, vivo ... si muero.