He intentado no pegar ojo esta noche. Apuro los minutos intentando vivir ahora. Son las cuatro de la mañana y siento que el tiempo se me escapa de las manos. Tú duermes y yo te miro, porque no puedo dejar de mirarte, porque mañana te pierdo.
Tenemos Barcelona entera a nuestros pies, aunque estés descansado, aunque no lo sepas en este preciso instante; siempre ha sido nuestra. Las luces tintinean y me avisan que los segundos pasan. La radio está encendida aunque no le presto mucha atención. Sigues durmiendo. Me asombras hasta en tu cansancio: pareciera que tu respiración, entrecortada por el vicio a la nicotina, fuera al son de la música que hasta ahora no me interesaba. Es 28 de febrero y tengo que coger un avión. Mañana, 29, nos separarán 10 mil kilómetros, 4 horas, 2 estaciones y un charco enorme. Y aunque mañana será, quizás, un día triste, hoy estoy a tu lado. Hoy soy feliz. Y mañana ... mañana será otro día.